
Desarrollo de la inteligencia emocional: La autoestima
La autoestima es el grado de aceptación y el concepto que cada uno tiene de sí mismo.
El niño que se quiere a sí mismo tiene un estado interno de seguridad, de confianza y de libertad que le genera tranquilidad propia y, por tanto, a los que le rodean.
Se puede definir como el concepto que tenemos cada persona de lo valioso que nos consideramos y está basado en emociones, pensamientos y sentimientos, así como en las experiencias personales que hemos vivido y cómo las hemos afrontado.
Mostramos un respeto verdadero cuando hacemos sentir al niño que le aceptamos, a pesar de sus buenas o malas conductas. Cada niño aporta a la clase algo único que no puede ser sustituido.
Es muy importante que el niño se sienta a gusto consigo mismo y que le ayudemos a que se guste, porque eso le dará seguridad. Desde el primer momento hay que transmitir que no todos somos iguales, pero que todas las personas son valiosas y tienen valores muy importantes, y también defectos, que cada uno debe corregir para mejorar la convivencia con los demás e incluso con uno mismo.
Un niño con una autoestima alta será respetado y querido, por lo que se sentirá bien en su entorno más próximo y en el entorno extenso, porque será capaz de defenderse o ignorar al que pretende hacerle daño, no sólo físico, sino también mental.
Los niños deben aprender a enfrentarse al fracaso con algo positivo: “Me he caído, pero puedo y debo levantarme”. La virtud de la humildad ayuda en el desarrollo adecuado de la autoestima, porque saber pedir ayuda y pensar que no somos autosuficientes es parte de este crecimiento personal.
La autoestima se adquiere y, por tanto, esta adquisición debe hacerse desde las edades más tempranas. Es una cualidad clave a lo largo de la vida porque en función del grado de autoestima, así nos presentaremos ante la sociedad, ante la familia o ante el mundo.
Un adecuado nivel de autoestima implica tener un autoconcepto correcto y una valoración positiva de uno mismo.
Para que un niño se valore a sí mismo de forma positiva, abierta, segura y firme debe tener un apoyo estratégico que le ayude a valorar los aciertos, por lo que resultará necesario felicitarle por ellos. Esto no quiere decir que haya que “felicitarle” en el caso de que cumpla con sus obligaciones, aunque es verdad que siempre se le puede decir alguna frase de apoyo del tipo ¡Qué contento estoy con lo que has hecho! También es conveniente hacer reflexionar al niño sobre sus errores e invitarle a mejorar la próxima vez, reforzándole con un “Tú puedes, vuélvelo a intentar”.
Cómo trabajar la autoestima
Para lograr que nuestros pequeños trotamundos logren un adecuado nivel de autoestima desde la escuela trabajamos esta capacidad con ellos a través de diferentes situaciones y actividades:
- Encargar responsabilidades: cada día un niño será el responsable (con ayuda de la educadora) de repartir los baberos a sus compañeros antes de comer.
- Reforzar las conductas positivas: recoger los juguetes, comer solo…
- Evitar las críticas, ya que no favorecen el desarrollo positivo de la autoestima.
- Poner límites claros y sencillos, por ejemplo, “A la hora de la comida hay que estar sentado”.
El nivel de autoestima del niño va a depender de cómo ha sido tratado. Convendría utilizar la máxima “Trata a las personas como te gusta que te traten a ti”. Un buen trato a la persona pasa por conceptos tan básicos como el respeto y la dignidad.
El autoconcepto del niño vendrá dado por el concepto que el adulto tenga del niño y por cómo se lo transmitimos. Si le valoramos se valorará, si le escuchamos, escuchará, si le queremos, se querrá, y su vida tendrá un valor muy importante.
Por último, pero fundamental, evitar la sobreprotección y no prestar ayudas innecesarias: “Tú puedes; yo, si lo necesitas, te ayudaré”.
Leave a Reply