
El derecho a jugar
Cuando ofrecimos al artista Fernando Renes la posibilidad de que su mano interviniera en la valla de nuestra escuela bajo el denominado “Proyecto Cerca”, proyecto artístico que pretende acercar el arte a todas las personas de nuestro barrio y a los alumnos de los colegios de la zona que quieran conocer una obra de arte sin tener que ir a un museo, este artista de reconocido prestigio eligió el Derecho a Jugar cuando conoció que la temática sobre la que debía trabajar era la Declaración Universal de los Derechos del Niño. Queremos, en este sentido, escribir unas líneas sobre este derecho tan importante para los pequeños: su derecho a jugar.
Los niños llegan al centro educativo entre inseguridades y ganas de jugar, miedos al espacio nuevo y ganas de jugar, felices y con ganas de jugar. De una forma u otra, siempre demuestran que tienen ganas de jugar y eso consuela y divierte. Entre las alegrías y los enfados de los más pequeños, siempre aparecen las ganas de jugar.
Mientras juegan, nuestros pequeños aprenden rutinas, hábitos, valores, conocimientos y descubren cientos de novedades que sirven para crecer y desarrollarse en las áreas motriz, cognitiva, sensorial y, por supuesto, habilidades sociales.
El juego surge de la necesidad de evolución del sujeto y con él la creatividad, las ocurrencias, la imaginación y, desde luego, el imprescindible desarrollo del lenguaje a través del proceso de imitación de los adultos e iguales.
Las programaciones deben ser muy dinámicas y divertidas, de manera que les permitan siempre aprender jugando. En el ámbito familiar, el acercamiento por parte de los adultos debe ser siempre creativo, comprensivo y divertido. Es necesario que se pongan límites, porque siempre tiene que ser protector. A los niños no se les puede dejar sin vigilancia en ningún momento, aunque “estén jugando tranquilos”.
Es importante defender el derecho del niño a jugar y conocer que el valor del juego es el constructor de la subjetividad de la persona.
Para conseguir que un niño juegue no necesitamos que tenga a su alrededor un montón de objetos, mejor pocos y de calidad, o incluso utensilios del día a día, con los que suelen entretenerse mucho y les sirven de gran ayuda para el desarrollo de casi todas las capacidades.
Llenar a un niño de trastos es conseguir que no juegue, porque no se centra con nada: coge, suelta, tira, se frustra, etc.
Se debe respetar el juego espontáneo del niño, ya que posibilita el control de la libertad. El juego dirigido es importantísimo también porque aprenden a respetar tiempos, desarrollan la capacidad de escucha y aprenden vocabulario y destrezas muy significativas, además de mejorar todos los desarrollos.
El juego es ese espacio que permite al niño crear y recrear, desarrollar la imaginación, la curiosidad, la fantasía, la creatividad, la alegría, la capacidad de empatizar y, por supuesto, de crecer en todas las inteligencias múltiples definidas por Gardner.
Creemos que el espacio lúdico del niño debe ser respetado íntegramente y no interrumpir si no es estrictamente necesario.
La Convención de los derechos del Niño, en la que se ha basado la temática de nuestro “Proyecto Cerca”, no se puede quedar plasmada en un papel, hay que conseguir convencer al mundo de que el trabajo del niño es jugar.
Si se logra entender a los niños como unidad subjetiva, el derecho a jugar es absolutamente necesario para entender los derechos del niño como tal porque puede ser que a un niño no le falte nada material, pero si le falta su espacio de juego, le falta todo, y su crecimiento personal se ve gravemente perjudicado.
Juega con tu hijo y permite que juegue libremente.
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