
Educar la sonrisa del niño
Educar es una palabra que todos parece que comprendamos muy bien hasta el momento en el que nos enfrentamos a tener que hacerlo.
Para educar, se debe tener mentalidad de educador. Entre los educadores más importantes se encuentran los padres, abuelos, familia extensa y por supuesto los maestros en la escuela.
La escuela, debería ser entendida como uno de los complementos educativos más importantes para la familia ya que son los padres los primeros educadores y los que tienen la responsabilidad primera y última en la educación de los hijos.
La importancia de la familia
La familia será el primer punto de referencia a la hora de actuar, comportarse… en definitiva, marcará un estilo de vida ya que en ella se desarrollará cómo persona única e irrepetible, libre con voluntad y responsable. Crítica con el ambiente, con la sociedad, con la escuela e incluso con su propia familia.
La familia, como institución de derecho natural, es el lugar dónde los hijos aprenden a vivir en armonía y con esos criterios éticos y morales que son transmitidos por sus padres a través de las vivencias y hacer de cada día por lo que la coherencia de vida es absolutamente necesaria cuando llega el momento de buscar y elegir un Centro Educativo para nuestros hijos que sea similar a la forma de pensar y actuar nuestra.
Profundizar en el Proyecto Educativo será crucial para “acertar” en la línea educativa que queremos nos apoye en la difícil tarea educativa a lo largo de este periodo tan importante y extenso que es la escolarización.
Familia, escuela y ambiente han evolucionado pero, los valores intangibles hay que conservarlos y es preciso mantenerlos para que la educación sea real, completa y proporcione a la persona felicidad, seguridad, desarrolle la voluntad y se pueda sentir libre más allá de los prejuicios que la sociedad instaura.
El ambiente parece que no acompaña pero tenemos medios para convertir lo difícil en posible, lo deseable en alcanzable y tener conciencia de que hay que educar a nuestros hijos en serio y para la vida.
Educar por un lado y formar por otro.
En la formación de la persona interviene por un lado la genética que se hereda de los padres y por otro la influencia del ambiente exterior.
Se distingue en la formación de la persona, la materia que se adiestra, la inteligencia que se instruye y dos características de la persona que son la voluntad (el ser) y la libertad (el hacer) que serán ambas utilizadas en función de la educación en valores (virtudes humanas) que la persona haya recibido.
En los primeros años de vida (de 0 a 7) que son los que nos ocupan deberían adquirir virtudes como el orden, sinceridad y la obediencia. Esta última, fundamentada en el sentido crítico ya que no se debe obedecer a todo lo que nos dicen.
Para trabajar la adquisición de estos valores en la escuela, una entre muchas formas de hacerlo es por ejemplo fomentar a través del juego los cuatro periodos sensitivos primarios que nos presentaba María Montessori y que son: afán de imitar, afán de repetir, actividad constante y satisfacción de aprender.
La importancia de sonreír
Al igual que se educan los valores, es imprescincible educar también la importancia de sonreír.
La sonrisa es parte del proceso connatural de la persona. Genética y ambiente influyen en que unos seamos más serios y otros más sonrientes pero, a sonreír, también se aprende por imitación y repetición.
La sonrisa al igual que el llanto, es un medio de supervivencia para el niño. Ambas son formas de comunicarse y de seducir para lograr la atención del adulto.
La primera sonrisa del bebé en los primeros días de vida es un “gesto” y sin embargo nos derretimos de amor al verlo y es difícil que se olvide esa información que me ha dado el niño: “me siento bien”.
Desarrollo evolutivo del niño
Para conocer cómo es el proceso de desarrollo evolutivo de la sonrisa del niño, acudiremos a Iliana Enesco, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad Complutense de Madrid y a su libro “El desarrollo del bebé”.
- Primeras semanas de vida: Las sonrisas del bebé son reflejas. Aparecen con más frecuencia durante el sueño, aunque también en algunas ocasiones al despertar o como respuesta a una caricia suave.
- Primer mes: Sonríe ante estímulos externos, como la voz de su madre o, por ejemplo, si le ponemos las manos juntas para hacer palmas palmitas.
- Entre la 5ª y la 8ª semana: Puede sonreír también ante estímulos visuales como movimiento de luces, de la cara humana, de objetos brillantes…
- Entre la 9ª y la 12ª semana: La sonrisa es ya plenamente social. Ahora los bebés responden abiertamente a las caras humanas y, hacia los tres meses, la sonrisa se encuentra casi siempre en las interacciones sociales.
- Entre los 3 y los 4 meses: Aparece la risa como respuesta a estímulos de diferentes sentidos (tacto, visión…).
- A partir de los 6 meses: Los bebés sonríen y ríen durante las interacciones sociales con personas cercanas.
- Entre los 10 y los 12 meses: Sonríen abiertamente cuando llega una persona conocida, se ríen a carcajadas con juegos de interacción como el cucú tras.
Felicidad, risa y sonrisa.
Profundizamos ahora en tres palabras que aparentemente son sinónimas pero en realidad no lo son y de hecho, transmiten ideas diferentes: felicidad, risa y sonrisa.
- Felicidad: es una actitud constante que el hombre quiere alcanzar pero no siempre lo consigue porque felicidad y dolor son dos términos que van íntimamente unidos porque aquello que produce muchísima felicidad también produce un dolor enorme.
- Risa: es muy buena y necesaria para la salud. Importantísimo reírse y cuanto más, mejor porque produce endorfinas en el cerebro, unos neurotransmisores producidos por la glándula pituitaria y que son los responsables de las sensaciones satisfactorias ya que combaten el malestar y disminuyen las sensaciones dolorosas. Son las llamadas “hormonas de la felicidad”.
- Sonrisa: es un gesto que acerca a las personas, acompaña, alivia, proporciona seguridad… por lo que es necesario educarla dentro de la familia y por supuesto en la escuela.
Una sonrisa puede ser algo tan especial que perdure en el recuerdo toda la vida, por ejemplo la primera sonrisa (gesto) que nos regala el bebé.
Se sonríe ante pequeñas cosas que nos hacen felices, para apoyar al que sufre o al que ha triunfado, para dar la bienvenida, fortalece y disminuye el dolor de una despedida, proporciona seguridad personal, favorece el acercamiento, simboliza la paciencia, el orgullo, satisfacción…
Sonreír a los niños implica una devolución de sonrisa inmediata simplemente por imitación. Repetir el gesto de la sonrisa es consecuencia lógica de lo que viven día a día en los ámbitos en los que el niño crece y se desarrolla: familia y escuela.
¿Sonreímos mucho, poco o nada?. Es una pregunta que todos los adultos que estamos y trabajamos con niños nos deberíamos hacer.
Sonreír, es un hábito operativo bueno que se contagia con facilidad y es probablemente si no el mejor, uno de los mejores reconstituyentes para el ánimo familiar y escolar.
La sonrisa:
- Es un gesto social de educación de los buenos modales. Deben los niños a acostumbrarse a sonreir cuando saludan, cuando piden algo por favor, cuando quieren conseguir algo, cuando prestan, cuando consuelan…
- Es una expresión de nuestros sentimientos. La expresividad de las emociones también se educa. Nos permite expresar a los que tenemos más cerca cómo nos sentimos.
Es en la familia el único lugar dónde se quiere a la persona por lo qué es y no por lo que hace o por lo que tiene y por eso es la sonrisa de la familia, con la que el niño se siente más seguro y más confiado.
Un niño que no sonríe es probablemente porque no se le ha enseñado a sonreír. Casi seguro que no ha vivido ni visto en su casa ese gesto amable, tan cercano, cariñoso y simple.
La tristeza del niño se manifiesta en la mirada y en su semblante. Si nuestro hijo o alumno no sonríe hay que preguntarse qué puede ocurrirle.
Todos podemos estar tristes algún día porque no nos encontremos bien, hayamos tenido un disgusto o preocupación más o menos importante pero aun así, deberíamos ser capaces de sonreír porque eso nos da fuerzas para continuar y haremos niños felices porque hemos sabido concederles nuestra sonrisa de forma casi continua.
La forma con la que acostumbremos a interactuar con nuestros hijos favorecerá o no ese gesto natural que es tan importante en la vida. La reacción ante un sobresalto, accidente casero, el cansancio, un problema, sensación de malestar… ¿cómo respondemos a ello?. De tu comportamiento y de tu forma para afrontar los contratiempos afectará al niño positiva o negativamente.
Sonreír ante las dificultades será para ellos algo bastante habitual por lo que tenderán a sonreír más a menudo ante la vida que está llena de dificultades y contratiempos.
¿Sonreír por qué?
Nos relaja, rompe tensiones, propicia la complicidad, manifiesta la generosidad y permite la entrada al diálogo.
Sonreír es siempre un gesto cargado de buenos significados porque transmite y genera felicidad, es una puerta de comunicación entre personas que no se conocen, acorta el tiempo de la angustia y facilita las correcciones cuando son precisas.
En la familia y en la escuela la sonrisa habla diciendo: estoy aquí para ayudarte a crecer, para quererte con locura, para facilitar tu aprendizaje y enseñarte lo que me pidas, para que no te sientas solo, para darte fuerza, para consolarte en tu dolor, para disfrutar de ti, para que te sientas bien.
Estoy aquí para todo porque eres lo mejor que me ha ocurrido. Sonríe y se feliz
Verónica García Notario
Directora Escuela Infantil DELPHOS 2 agosto 2018
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