
Educación emocional (Parte 3)
Olvidarnos de cómo crece la persona y de cómo debemos asentar todos sus desarrollos de forma adecuada y firme es muy peligroso.
Si la planta no se riega, se muere; si un mamífero recién nacido no es alimentado, no sobrevive y se muere. ¡Qué duro es hablar así! Aunque sin llegar a un final tan drástico, si a un niño se le cubren las necesidades básicas, pero no las afectivas, el resultado es un desastre.
La persona tiene que crecer físicamente, pero también intelectual y afectivamente. No se nos puede olvidar que crecemos por fuera, pero también crecemos por dentro. Por fuera crecerá adecuadamente si se atienden bien sus necesidades básicas, pero por dentro crecerá según el trato que reciba esa persona. Para conseguir un desarrollo armónico, siempre es necesario que esté presente el buen trato, porque las personas bien tratadas y comprendidas son personas felices.
Una persona fuerte y segura sólo se consigue con una educación emocional ordenada, planificada y sistemática y, por supuesto, antes en la familia que en la escuela. Los diferentes desarrollos en el niño van unidos, son inseparables, pero puede ser que ocurra que uno de ellos vaya más avanzado que el otro. El desarrollo físico, emocional y cognitivo son inseparables e interdependientes e influyen de forma muy importante en la organización del desarrollo cerebral.
El crecimiento de la persona va íntimamente ligado a un desarrollo integrado. Las habilidades emocionales se pueden enseñar y, por lo tanto, se pueden aprender, así que nos encontramos con la responsabilidad social de educar en emociones correctas y en que se aprenda a gestionarlas adecuadamente.
Para favorecer el desarrollo emocional:
- Empatiza con el bebé, mírale, háblale, cógele, acaríciale.
- Procura crear un clima adecuado en su entorno.
- Respeta la individualidad y sus momentos.
- Crea un vínculo fuerte, afectivo y seguro.
- Estimula la expresión de sus emociones.
- Consuélale cuando llora.
- Ríete con él.
- Contesta cuando haga sonidos guturales, laleos o balbuceos.
- Pon nombre a lo que le pasa y verbalízalo: “¿Por qué lloras? ¿Estás triste?”
- Atiende a sus necesidades emocionales
- Anímale a explorar sus sentimientos y emociones sin reprimírselos.
- Pon límites claros, adecuados y siempre coherentes con su nivel de desarrollo.
- No prestes ayudas innecesarias; permítele que lo intente.
- Favorece su autonomía y responsabilidad.
- Ayúdale a salir de sus rabietas incontroladas
- Utiliza siempre un tono de voz adecuado cuando te dirijas a él.
- Calma y enséñale a calmarse cuando se ponga nervioso.
- Expresa con claridad todo tipo de emociones: de forma verbal y no verbal.
- No le obligues a compartir sus cosas si no está preparado.
- No ridiculices sus miedos o vergüenzas; compréndele y ayúdale a superarlos.
En definitiva, las emociones desempeñan un papel fundamental en la vida de la persona porque afectan tanto a nivel personal como a nivel social. Con estas líneas educativas que os acabamos de ofrecer para favorecer el desarrollo emocional cerramos, por el momento, el tratamiento de este tema.
¡Seguimos!
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