
Educación Ambiental
Empezamos esta entrada con la misma reflexión de siempre: educan la familia, la escuela y la sociedad.
La buena educación ambiental, igual que la formación en muchos otros aspectos, se debe iniciar dando ejemplo desde las edades más tempranas.
Tenemos que cuidar el medio en el que vivimos, para lo cual debemos ser prudentes, no tirar cigarros por la ventanilla que puedan provocar incendios, no dejar basuras en los montes sino recoger todo lo que hayamos ensuciado y llevarlo a los lugares indicados, no hacer barbacoas donde no está autorizado, no dar de comer a los animales silvestres, no intentar perseguir a un conejo, aunque sí que podemos mirarlo y disfrutar, no romper las ramas de los árboles, aunque sí que haya que podar las que ya estén secas y que puedan causar accidentes… En definitiva, hacer todo aquello que esté en nuestra mano para ser un buen ciudadano.
Nuestro compromiso con el medio ambiente es muy alto. Este curso hemos pedido que los niños traigan un arbolito que hoy hemos plantado con mucho cariño.
Se les ha explicado paso a paso cómo se hace y lo que resta de curso cuidaremos de estos arbolitos para ver si con suerte “prenden”, “agarran” y “tiran hacia arriba”.
Los niños son como los árboles: tienen que enraizarse muy bien y crecer fuertes y sanos. Alimentarlos cuando hace falta, darles vitaminas e ir podando progresivamente o de raíz todo aquello que no les va a favorecer en su vida futura, como son los comportamientos inadecuados, las exigencias impertinentes, las horas excesivas de televisión o similares y, en definitiva, todo aquello que no procede para un buen desarrollo cognitivo, motor, sensorial y social de nuestros pequeños.
¡Cuidemos y queramos el medio ambiente y él nos devolverá todo lo bueno que le hayamos dado!
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