
Construcciones
Un buen regalo de Reyes: Construcciones, las torres.
A partir de los seis meses, el niño es capaz de manipular diferentes objetos de diferente volumen y tamaño.
Les entusiasma tocarlo todo, moverlo, llevárselo a la boca y meter y sacar las cosas de un recipiente.
Los bloques son un juego generalmente muy atractivo para todos los niños y los hay de muchos tamaños, pero en este momento deben ser grandes y preferiblemente blanditos para que si al niño se le caen o vuelca y se da con uno de ellos no se haga daño.
Además, si son blandos podrá apretarlos, tirarlos, morderlos y manosearlos con más facilidad y sin problemas, ya que se trata de un juego con muchas ventajas porque es muy versátil.
Si son de tela, quizá de texturas raras, pueden sonar con ruido o música, lo que les hace aún más atractivos porque además les ayudarán a desarrollar el sentido del oído.
Cuando el niño es capaz de sentarse sin apoyo y también puede sostener varios objetos en sus manos es el momento de enseñarle a hacer torres apilando delante de él varios bloques. Lo normal es que el adulto las haga y el niño las tire, lo que le provocará además gran entusiasmo y risas.
Disfrutaremos de la cara de sorpresa que pondrá y él te pedirá que lo repitas para tirarlo una y otra vez… Seguro que te cansas tú antes que él. El sentido de tirar la torre no tiene un carácter destructivo, sino que de momento no es capaz de coger y armar su propia torre. Son los inicios de un aprendizaje muy importante.
La experiencia de la caída de la torre le ayudará a entender más adelante el sentido del yo como ser individual.
Cuando el niño tenga entre 10 y 12 meses será capaz de construir torres de 2 cubos y entre los 12 y los 14 de hasta 3 piezas.
Cuando estamos haciendo la torre con el niño, él colaborará y colocará una o dos piezas más encima de la tuya y, además, le encantará hacerlo.
A través de la observación aprenderá a entender cómo funcionan las cosas, porque se le van a caer cuando coloque un cubo pequeño en la base y otros más grandes encima, así que la práctica le obligará a mejorar la técnica.
Las torres son un reto muy interesante para los pequeños que incentivarán el afán emprendedor y le ayudarán a tolerar sus primeras frustraciones.
Construir y destruir la torre ayuda al niño a perfeccionar la coordinación mano-ojo, entrena su motricidad fina (es la que le permite manejar, agarrar y manipular objetos pequeños) y fomentará, además, la confianza en sí mismo.
Con un juego que comienza hacia arriba los niños descubren una variedad de juegos que pueden realizar con los mismos objetos:
Primero construyen a lo alto (descubren la verticalidad) y hacia los 12 meses comienzan a poner un objeto al lado del otro (descubren la horizontalidad).
Esto es porque, desde el punto de vista evolutivo, el concepto de la verticalidad se encuentra dominado en la parte izquierda del cerebro, y ésta se encuentra más desarrollada en el momento del nacimiento del niño, pero el concepto horizontalidad está regido por la parte derecha del cerebro que tarda más en desarrollarse y, por eso, es conveniente que el niño gatee a patrón cruzado porque es lo que le permite desarrollar las dos áreas del cerebro más rápidamente.
Por este mismo motivo se trabaja con los niños primero la verticalidad en el trazo (arriba-abajo), porque les resulta más sencillo porque su cerebro se encuentra más preparado para ese aprendizaje, y después el trazo horizontal (izquierda-derecha), porque su cerebro ya se encuentra en disposición de poder hacer ese trabajo.
Otros juegos, además de las torres, que resultan muy interesantes para asentar las bases del aprendizaje, ya que les permiten aprender a dominar otro tipo de acciones, son los barriles que llevan más barriles dentro de diferentes tamaños o algo similar, pero con forma de huevo o muñeca, porque con ellos hay entrenamientos muy necesarios como el dentro-fuera (localización del objeto), lleno-vacío (concepto de cavidad), suena-no suena, (concepto de ruido), grande-pequeño (concepto de tamaño).
También resultan muy interesantes los juegos con espacios troquelados para poder meter dentro las piezas que sólo entran cuando se colocan correctamente, porque además de mejorar la psicomotricidad fina comienzan a trabajar la orientación espacial, además de las capacidades propias de concentración y observación.
Una idea tan básica como son los bloques de madera inventados por Froëbel en 1850 no ha variado nada con el paso del tiempo, pero sí los colores, las formas y los materiales, y todo esto favorece el entretenimiento del niño y proporciona muchísimos beneficios en el asentamiento de sus aprendizajes.
¡Toca construir!
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