
¿Cómo construimos de base?
“Lo esencial es invisible para los ojos”. El Principito.
La escuela garantiza el respeto y la dignidad de la persona. Nos centramos en la libertad de movimiento, libertad de acción, garantizando siempre la seguridad global del niño.
Insistimos: “Los comportamientos del niño debemos interpretarlos como lo que son: comunicación”.
El desarrollo integral de la persona viene dado principalmente gracias al movimiento. El niño debe poder moverse y, de esta manera, aprender de forma innata los movimientos que le permitirán ser una persona feliz.
El proceso motriz de la persona comienza desde el momento del nacimiento, cuando el bebé en posición prono, y generalmente apoyado en sus antebrazos, levanta la cabeza reforzando toda la musculatura del cuello y de la espalda. En breve será capaz de aparecer en postura diferente a la que le hemos dejado o, incluso, será capaz de reptar hasta los barrotes de la cuna donde tiene apoyada la cabecita.
Si le hemos dado oportunidad de libre movimiento comenzará a reptar, primero hacia atrás, después hacia adelante, empezará la colocación de las piernas para voltear y, una vez conseguido el volteo de abajo arriba y de arriba abajo, aprenderá a sentarse por sus propios medios y tendrá fuerza para comenzar a gatear de forma coordinada (patrón cruzado).
Una vez logrado el gateo (no todos gatean) comienza el proceso de bipedestación (ponerse de pie) y, con agarre, comenzará a desplazarse de forma lateral y dejará caerse sentado cuando se canse. Esto lo repetirá cientos de veces: gateo, me siento, me levanto, me desplazo…
El inicio de la marcha se produce generalmente cuando todos los patrones de desarrollo anteriormente mencionados han ocurrido. Sucede, entonces, uno de los hitos más importantes de la persona: comenzar a andar (primer paso hacia la independencia).
Nuestro alumnado aprende en movimiento, un movimiento libre estimulado, o no, dependiendo del momento y del objetivo a alcanzar. El movimiento libre del niño debe ser respetado, no podemos ni debemos pararlo, siempre que los espacios y el entorno en el que se está moviendo sea seguro.
El movimiento del niño en muchas ocasiones nos causará ansiedad porque pensamos que se va a caer, se va a hacer daño o se va a dar un golpe. El movimiento libre lo debemos respetar y aparcar los miedos que los adultos trasladamos a los niños, ya que eso es una limitación nada buena para la persona.
La naturaleza del niño desprende y necesita movimiento. ¡No lo pares!
Jugar es la actividad más importante que tienen que hacer nuestros pequeños ahora, por lo que todo lo que van a hacer en la escuela, con un carácter directivo o no, será jugar, siempre respetando sus intereses, por lo que podrán participar o no en la actividad propuesta con libertad.
La tarea, el trabajo más importante de la infancia es el juego. ¡No lo pares!
Coeducamos con la familia, no podemos trabajar con vuestros hijos si vosotros no estáis ahí. Creemos en la familia y la importancia que tiene como el primer y principal ámbito natural de la educación. Pero, además de la familia, existe un entorno alrededor del niño más o menos próximo. Vuelvo a recordar ese proverbio africano que tanto me gusta: “Para educar a un niño es necesaria toda la tribu”.
Nuestra escuela es una familia y nosotros aprendemos de vosotros y a la inversa; canales de comunicación e información necesarios. Los niños también nos enseñan a todos, y mucho.
Ese trabajo en familia donde cada uno hace lo que mejor sabe nos llevará al éxito, a esa educación que queremos que sea excelente, no porque sea perfecta sino porque hemos demostrado coherencia educativa, con lo que el esfuerzo realizado dará resultados muy positivos.
Nosotros, como maestras, educadores, somos muy importante para vosotros porque cuidamos de vuestros hijos durante muchas horas al día y muchos meses en el año. La confianza es imprescindible para sentirse arropado, consolado, querido y aconsejado.
Hablaremos a los niños como lo hacemos entre nosotros, pero a su altura, mirándolos a los ojos, más despacio para que su cerebro vaya asimilando adecuadamente la información que recibe y puedan desarrollar abiertamente su creatividad en libertad.
Los niños deben confiar en vosotros, en nosotros, sentir que nos tienen cerca, que pueden contar con nosotros, que van a ser bien recibidos, porque siempre tendremos unas palabras cariñosas para ellos, aunque sea para corregirles una acción no adecuada.
Debemos tener tiempo para ellos y, si no lo tenemos, hay que sacarlo. El mal llamado “tiempo de calidad” (corto pero intenso) no es lo que quieren los niños de sus padres. Lo que quieren, simplemente, es compartir tiempo con vosotros, sea donde sea y cuando sea, pero “estar con ellos”.
Y terminamos como hemos empezado: “Lo esencial es invisible para los ojos”. El Principito.
Verónica García Notario, directora Escuela Infantil Delphos
30 años creciendo contigo
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