
23 octubre, 2023
¡Calma!
Una vez pasado el temido periodo de adaptación para familias y maestros, nuestros pequeños trotamundos ya sienten la escuela como un entorno seguro, agradable y conocido.
Ahora que ya todo el alumnado nuevo tiene su informe de adaptación, vamos a enumerar los diferentes tipos de adaptación con los que nos podemos encontrar. Seguro que, una vez que ya ha pasado lo peor, os sacarán una sonrisa.
Modelos de adaptación:
- Entro en la escuela emocionado, corro, juego, exploro, miro e, incluso, empujo y defiendo lo que tengo entre las manos, y así dos tres días, pero, de repente: ¡¡Uy, que esto va en serio!! Así que ahora voy a empezar llorar en la puerta y manifiesto mi enfado. Mis papis se van mohínos y mis profes soportan pacientemente mi llanto, e incluso mis chillidos ¡Hasta los relojes/teléfonos de muñeca advierten que estamos por encima de los decibelios permitidos!
- Llego a la escuela y me pongo muy enfadado. Me agarro al que me trae como un koala. ¡No me sueltes que no sé donde me dejas! ¡Ehhhhh, que me has soltado y estoy en brazos de una persona que no he visto en mi vida, y otra y otra…, parezco una pelota de brazo en brazo y todas me dan besos! ¡Toca tranquilizarme, no pasa nada! Mañana por la mañana, y hasta que yo quiera, haré lo mismo cada día.
- Entro en la escuela y acepto la despedida y la acogida de las maestras como puedo, me conformo, contemplo lo que hay a mi alrededor, alguna lágrima, juegos libres y ¡hasta mañana!
- Entro en la escuela. Estoy muy enfadado, pero ¿qué veo? Una persona que me ha gustado y además dicen que es mi maestra. No la voy a dejar vivir: bien pegadito a ella, no la pierdo de vista, que no se le ocurra moverse de mi lado porque la liaré y chillaré mucho. ¡No la voy a dejar ni ir al baño!
- Entro en la escuela llorando y es que ¡No quiero que me digan nada de nada! Cuanto más me dicen, más lloro y grito, quiero estar a mi bola, ¡no me habléis, que tiempo habrá!
- Guauuuuuu, pero ¿dónde me han traído? Este es el mejor lugar del mundo mundial, hago lo que quiero, nadie me dice “no”, exploro, investigo, miro a uno que llora y pienso ¿pero qué le pasa?, sonrío cuando me dicen cosas, porque me dicen muchas, y mañana quiero volver. ¡Vamosssss!
Y, entre todos, hemos superado:
- Llantos, siempre objeto de atención. Lo importante no era eliminarlos sino darles a los que lloran la respuesta adecuada a su emoción.
- La separación de la familia, que produce inseguridad, por lo que se ha buscado la necesaria seguridad física.
- Resolver los conflictos normales, intentando buscar siempre el equilibrio entre la seguridad personal y no disminuir su iniciativa por llevar a cabo en esas situaciones nuevas a las que se enfrenta.
- Ayudarles en los tiempos de espera, lo que les ayuda siempre a mejorar su tolerancia a la frustración.
- Procesos febriles, mocos y alguna cosita más. El comienzo de la inmunización personal, proceso que nos acompañará a lo largo del curso.
Una vez superadas las dificultades del día a día y pasado el susto inicial, llega el tiempo de sonrisas, movimiento, libertad y felicidad.
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