
Una pelota, ¿por qué?
La pelota
Probablemente antes de que el niño comience a andar ya tenga entre sus juguetes una pelota o un balón, pero en el caso de que esto no ocurra, cómpraselo sin demora.
Los beneficios de una pelota son muchos: lanzar con la mano, chutar, botar, hacerla rodar, correr detrás de ella o con ella en las manos, agacharte a por ella y levantarte… Todos estos ejercicios favorecen, sin duda, el desarrollo motor del niño.
A lo largo del primer año, la conquista más importante ha sido el gateo, la bipedestación y comenzar a caminar, lo que introduce un cambio importantísimo en la posición del niño y su visión con respecto al ambiente que le rodea.
Ahora lo que quiere es ir él hacia los objetos, alcanzarlos lo antes posible, ya no le gusta que le acerquemos las cosas ni que lleguen los objetos a él.
La inquietud por descubrir, tocar, investigar es algo que desarrollan a un ritmo impresionantemente rápido y que les va a permitir experimentar nuevas situaciones continuamente, de ahí “el que no paren”.
Descubre que es él el que puede cambiar el objeto de lugar y que puede patearlo, rodarlo, cogerlo, arrojarlo, etc. Por eso la pelota o balón es probablemente uno de los objetos que más le llaman la atención porque además “se le escapa”, le permite interactuar muchísimo con el ambiente que le rodea.
La pelota es un objeto que facilita la interacción con sus iguales y también con los adultos, por lo que se convierte en un excelente medio para acercarse a los otros.
El balón debe ser el adecuado para el niño, ni muy grande ni muy pequeño. Debe abarcarlo con las manos y trasladarlo por lo que no debe pesar mucho. Puede ser de diferentes texturas para que su desarrollo sensorial táctil se vea favorecido.
Sin darse cuenta, el niño ira interiorizando todas estas diferencias y de forma natural comenzará a distinguir entre grande- pequeño, pesado- ligero, suave- áspero, rugoso-liso, etc.
Que sean de colores supondrá un atractivo especial para ellos porque, cuando rueda, la forma que generan los colores le llamará mucho la atención, estimulando el sentido de la vista y permitiéndole desarrollar la capacidad de observación.
Otra de las características de los balones es que facilitan muchísimo el desarrollo motriz grueso ya que hacen mucho ejercicio con ellos: con las manos, con los pies, etc.
Lanzar una pelota o correr detrás del balón son ejercicios fantásticos y puede ser que entre movimiento y movimiento se felicite aplaudiéndose de lo bien que lo ha hecho él solito, sin ayuda de nadie.
Así mismo, favorece la coordinación de los movimientos de sus manos y se hace una idea más acertada de su propia fuerza.
Para que el disfrute con el balón sea prácticamente completo el niño debe dominar su propio cuerpo y coordinar bien los movimientos, es decir, encontrar la posición adecuada de los brazos o las piernas (de las dos o de una, porque la otra debe guardar el equilibrio del resto del cuerpo).
El ejercicio de jugar con una pelota es, por tanto, muy completo , porque cuando un niño controla su cuerpo, aumenta la confianza en sí mismo.
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