
SOLIDARIDAD
Hoy hemos celebrado en la escuela el Día de la Solidaridad, así que hemos aprovechado para pedir a los papás que los niños trajeran “su” propio «kilo solidario» para colaborar con nuestra campaña de recogida de alimentos no perecederos que haremos llegar a la parroquia el próximo mes de enero.
Como os decíamos hace unos días, en general casi todos nosotros tenemos la suerte de disfrutar de muchos beneficios, los cuales nos permiten no sólo ser felices, sino también ayudar a los demás a serlo, así que os animamos a enseñar a vuestro hijo a ser generosos, porque se trata de una actitud que, si se aprende desde el principio, se mantendrá toda la vida.
¿Por qué es importante enseñar a los niños a ser generosos? Aunque resulte curioso, ser generoso tiene muchos beneficios:
- Enseñar a compartir ayuda a tener una adecuada socialización. Los niños aprenden a ser más abiertos y amigables.
- Las personas generosas experimentan sensaciones de placer y alegría cuando comparten sus cosas. A la vez que ayudamos, nos sentimos más ricos por dentro, convirtiéndonos en personas comprometidas con la sociedad y su bienestar. Un antiguo proverbio afirma que “hay más felicidad en dar que en recibir”. Esto no quita que también se les transmita a los niños que tenemos que ser generosos sin sobrepasar nuestros límites, lo que puede afectar a nuestro propio bienestar.
- La generosidad ayuda a reforzar la confianza y el aprecio por nosotros mismos.
El ejemplo de los padres es muy importante, por lo que, si somos constantes en nuestra ayuda hacia los demás, crearemos este mismo hábito en nuestros hijos. Aunque en ocasiones suponga un esfuerzo añadido, podemos incluir en nuestro día a día comportamientos que fomentan la generosidad:
- Intentar cumplir siempre con nuestras responsabilidades, lo que dará una muestra de nuestro compromiso con los demás.
- Ser flexible y razonable con respecto a nuestros gustos personales, lo que nos permitirá ceder cuando los demás elijan una actividad que no sea nuestra preferida.
- Procurar ser positivo y sonreír, aun en situaciones poco favorables para nosotros.
- Escuchar a los demás. Muchas veces sólo con escuchar se puede ser muy generoso.
Ya sabemos que de pequeños los niños no tienen la capacidad de compartir de forma voluntaria, ya que predomina en ellos el sentido de la propiedad y un egoísmo natural. Es a partir de los 5 o 6 años cuando comienzan a reconocer el valor de lo que poseen ellos y los demás, por tanto, os insistimos de nuevo en lo importante que es nuestro ejemplo como referente y modelo de comportamiento.
¡Seguimos!
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