
¿Miedo a los perros?
Actualmente, cuando presentamos nuestra escuela a una nueva familia ponemos especial énfasis en que los padres sepan que Hunter bu, nuestro perro de asistencia educativa, es una parte muy importante de nuestro proyecto educativo, porque si por algún motivo los padres no están de acuerdo con esta particularidad, no es conveniente que hagan la matrícula con nosotros.
Paradójicamente, la respuesta de casi la totalidad de las personas que contactan con nosotros es: ¡nos encanta!, ¡tenemos uno! o, incluso, ¡tenemos dos!
Lo que parece evidente es que, en la sociedad actual, la mayor parte de nuestros retoños conviven con una mascota y nosotros la tenemos en la escuela para que sea compañero y mascota de todos los alumnos, además de colaborar en su proceso de aprendizaje, para que facilite el “aprender a aprender”.
La pregunta del millón: ¿Cómo hacéis cuando un niño presenta miedo o inquietud ante la presencia de una mascota?
Nosotros comprendemos al niño y sabemos que ve el mundo desde su perspectiva, por lo que, si se encuentra delante de él a un perro grande, como el nuestro, y que además se mueve, es hasta cierto punto comprensible que sienta temor, ante Hunter bu y ante cualquier perro que se cruce con él en la calle.
Por otra parte, suele ser habitual que un niño tenga miedo si ha sufrido una mala experiencia, pero es mucho más habitual que dicha mala experiencia la haya tenido uno de los progenitores y como consecuencia de ello no le transmita confianza ni seguridad al niño porque, en lugar de buscar un acercamiento, lo que hace es justamente lo contrario: ¡cuidado, no lo toques y no te acerques! Esto es, predisponemos al niño a ser temeroso, en este caso, de los perros.
Lo más normal es que el propio comportamiento del niño como consecuencia de lo atractivos que resultan para ellos los animales haya ocasionado una mala reacción del perro, lo que ha provocado un susto que el niño arrastra y tendrá que superar con la ayuda del adulto.
Hay que demostrar al niño que, ante la presencia del animal, nosotros estamos tranquilos y confiados, pero no podemos obligarle a que se acerque o le toque, pero sí debe hacerlo el adulto, sin mirar al niño, hay que centrar la mirada en el animal y acariciarle e incluso dirigirle palabras bonitas.
Es conveniente que el adulto, cuando yendo con el niño vean a uno o varios niños jugando con un perro, se lo haga evidente, de manera que vaya percibiendo que no pasa nada por estar cerca del animal y que además es divertido.
Los cuentos relacionados con las características propias del animal y todo lo bueno que tienen también son de ayuda importante.
Y en nuestro caso, como nuestro perro es de gran ayuda para practicar muchas actividades de psicomotricidad fina, psicomotricidad gruesa, juego libre y mil cosas más, porque incluso juega al ajedrez y nos acompaña tirando dados para mover las fichas del parchís, los niños perciben al perro como algo realmente fundamental en la rutina de la escuela.
Trabajad con vuestros hijos y, sobre todo, no transmitáis vuestros miedos, que son vuestros y no de ellos.
¡¡Seguimos!!
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