
Los celos entre los hermanos
Los celos son sentimientos de envidia y resentimiento hacia una persona que se supone obligada a prestarnos atención y no lo hace.
Transcribimos la definición de la palabra “Celo” según el Diccionario de la Real Academia Española en sus puntos 2 y 3:
- m. Interés extremado y activo que alguien siente por una causa o por una persona.
- m. Envidia del bien ajeno, o recelo de que el propio o pretendido llegue a ser alcanzado por otra persona. U. m. en pl.
Hablando dentro del ámbito infantil, los celos hacen referencia al dolor emocional que siente el niño cuando cree no lograr el cariño de sus padres y presiente la pérdida de este. Una de los situaciones más frecuentes es ante el nacimiento de un hermano.
Se trata de una sensación subjetiva que genera frustración en el niño ya que supuestamente no se siente correspondido emocionalmente y tiene un sentimiento de falta de atención importante.
Los celos se pueden manifestar de muy diversas maneras:
- Sufriéndolos en silencio, sin quejas aparentes, y pudiendo dar lugar, en muchas ocasiones, a problemas alimenticios a los que inicialmente no se da importancia hasta que empieza una pérdida de peso significativa que pone a los padres en alerta.
- Con actuaciones agresivas, hostilidad hacia la madre e incluso hacia sí mismo.
- Comportamientos regresivos que se manifiestan de forma importante, por el ejemplo, en el control de esfínter y en el desarrollo del lenguaje, reproduciendo gestos inmaduros.
- Cabezonerías y llantos incontrolados con frecuentes rabietas que no se pueden manejar.
- Negatividad y terquedad.
- Nuevas conductas con importantes llamadas de atención.
La envidia, según el filósofo Bertrand Russell, es una de las mayores causas de infelicidad del ser humano.
La envidia es la madre del resentimiento y la causa de sentir tristeza o pesar por el bien ajeno al habernos usurpado lo que más nuestro hemos sentido (la madre, en el caso que tratamos).
La envidia se apodera del niño que padece de celos y le produce un sentimiento de pena y amargura difícil de superar si no siente los apoyos necesarios (el de sus padres) en estos momentos tan difíciles para él.
En el caso de que el niño que muestra los ataques de celos hubiera superado los cinco años, los padres deberían acudir a un profesional para que les presten y reciban las indicaciones necesarias ambas partes (padres y niño).
Los celos tienen sus propios desencadenantes por lo que proponemos pequeños consejos para evitar y prevenir, en lo posible, la aparición de éstos y, en consecuencia, mejorar la convivencia familiar.
Cuando se planea la llegada de un nuevo miembro a la familia, los padres, además de querer tener otro hijo por satisfacción propia, lo hacen con intención de que sus hijos puedan beneficiarse y enriquecerse mutuamente en experiencias, aprendiendo unos de otros.
Sin embargo, los padres también sentirán cierta inseguridad porque pensarán que pueden surgir diferencias entre los hermanos y con ellos mismos.
En todas las familias la rivalidad entre los hermanos es una constante, dado que existe competencia directa en obtener la atención y cariño de los padres, algo que sin sobrepasar un cierto grado es normal.
Este grado de normalidad depende de los padres, de saber ejercer su autoridad, del grado de tolerancia que apliquen en las normas establecidas en su organización familiar y en el cumplimiento de las mismas y de saber aplicar la justicia en sus decisiones.
Para evitar los celos, el primer paso se debería dar alrededor del segundo trimestre del embarazo, informando al niño de acuerdo con su edad del nuevo acontecimiento familiar, de forma conjunta los progenitores, sin fantasías ni exageraciones pero sí dejando muy claro que el nuevo bebé es de todos, que será “nuestro” bebé y que todos le querremos y le ayudaremos para que sea feliz y crezca sano y fuerte.
Hacer partícipe al niño de los preparativos necesarios para recibir al nuevo bebé en casa es crucial: lugar donde vamos a colocar la cuna, su ropa, cambiador (que quizá sea utilizado por ambos) y cosas de aseo, etc.
Se le llevará a comprar las cosas que se puedan necesitar para el bebé, haciéndole verdadero partícipe de las diferentes y necesarias adquisiciones para atender las necesidades del que viene en camino.
Si resultara inevitable hacer algún cambio importante, como es por ejemplo salir de una habitación para empezar a utilizar otra, hay que darle el tiempo suficiente y adelantarse para que no se sienta en ningún momento desplazado, dejándole el tiempo suficiente para que se familiarice y se ilusione y disfrute con su nuevo espacio.
Si hay alguien cerca que haya tenido un pequeño es bueno que nos acerquemos a ellos para que el niño conozca e interiorice lo que le va a acompañar el resto de su vida. Las palabras cariñosas, las caricias e incluso el acercamiento de contacto que proporciona darle un beso al bebé le facilitará esa familiarización indispensable con la nueva personita que viene en camino.
La madre debe siempre prestarse a que el niño se acerque a su vientre para que escuche los latidos de su corazón y los de su hermano y sienta sus movimientos dentro de su madre, dejándole claro al niño que se le quiere muchísimo y que ese cariño no va a disminuir cuando nazca el bebé.
Hay que explicarle con mucho cariño y delicadeza que él siempre tendrá su sitio y que el que va a venir tendrá el suyo, formando todos formamos una familia, y que el nuevo miembro es algo nuestro, de todos y así tenemos que sentirlo y compartirlo.
Además, resulta muy beneficioso intentar explicarle las ventajas que supone tener un hermano, de manera que podamos lograr en el niño la máxima estabilidad emocional cuando éste aparezca.
- Hay que intentar encontrar el equilibrio de manera previa al nacimiento del nuevo bebé y mantenerlo cuando el bebé haya nacido, procurando mantener siempre la calma y encontrando tiempo para pasarlo en familia (antes y después del nacimiento).
Cuando nace el hermano y comenzamos nuevas etapas evolutivas el niño se vuelve más vulnerable y es cuando más puede sufrir, sentirse herido o dañado física y moralmente, llegando a producirse situaciones de intensos celos.
Algunas de esas etapas son:
- La lactancia, esos momentos en los que la madre debe dar de comer al recién nacido.
- ¿Debe evitarse que esta situación la vea el mayor? Hay diferentes teorías y nosotros nos decantamos por la que piensa que no se debe evitar, el niño mayor debe presenciar y entender la necesidad que tiene el bebé de alimentarse de su madre.
- En ocasiones puede ocurrir que el niño quiera engancharse él mismo a la teta y la madre no debería rechazar este acto ya que será el mismo niño el que se percate que ese no es su sitio y dejará mamar al bebé tranquilo.
- En ocasiones sólo querrá sentir la cercanía de su madre.
- Si por el contrario el mayor siente rechazo, comenzará con un proceso de celos que podría ser creciente e incontrolable en muchas ocasiones e incluso podría querer hacer daño al bebé.
- Sentirá una pérdida de privilegios o exclusión de su madre, viendo como una misma cosa a la madre y el bebé.
Si ya hemos logrado que duerma en su habitación, ya hemos dado un paso muy importante. Aun así, puede acudir a la habitación de los padres o llorar o comenzar con terrores nocturnos, y no hay que extrañarse ya que es una cosa totalmente normal y nunca os debéis enfadar para que no se sienta rechazado, pero hay que explicarle muy bien que el niño duerme en su habitación y los papás en otra y esto deberá ser y hacerse de forma progresiva.
Puede ocurrir que el niño ya tuviera el hábito de dormir toda la noche del tirón y al aparecer el bebé tenga una regresión de todos sus comportamientos. Él querría ser pequeño de nuevo porque cree que así le van a hacer el mismo caso que él sentía anteriormente (sentimiento de abandono).
Si se encuentra en el momento del control de esfínter, puede ser que haya regresiones y nunca debería pasar nada. Simplemente hay que conseguir que entienda que eso no debe ocurrir porque es capaz de hacer lo mismo que papá y mamá, que no llevan pañal, e incluso que sus amigos, pero no debemos enfadarnos por esas regresiones que son absolutamente normales.
En este periodo el niño puede perder todo eso que ya había conseguido por proceso evolutivo y de desarrollo normal, pero lo recuperará, no hay que preocuparse.
No romper las rutinas del mayor es fundamental. Si va a la Escuela Infantil, permitirle que siga con su mismo horario. No hacer cosas extraordinarias porque ha nacido su hermano, porque todos esos comportamientos diferentes y cualquier tipo de cambio producen confusión en el niño, y si se puede organizar para ir con el bebé a la escuela sería perfecto porque de esta manera puede enseñar a sus amigos a su bebé y le permite despedirse de su madre y del bebé hasta la hora de la recogida.
Excluir al bebé de las actividades tampoco procede, porque estamos permitiendo una situación que va a perjudicar el orden de la familia. “Sacar” al pequeño del juego es dar al mayor la razón y confirmar que ese comportamiento es adecuado y correcto, por lo que se debe actuar con naturalidad y así lo debería aceptar el niño mayor, siempre con mucha comprensión y cariño.
En caso de que el niño no asista a una Escuela Infantil, hacer coincidir su entrada con el nacimiento del bebé para poder tener más tiempo para el pequeño es un error por lo que, si ésta va a ser la situación, prevé la incorporación unos meses antes, preferiblemente con el inicio de curso y desde el primer día del nacimiento no rompas la rutina y deja que el niño haga su mismo horario habitual de forma que haya menos cambios significativos en su vida.
En cualquier caso siempre va a haber que resolver dos incorporaciones, así que preferiblemente la escolar primero y después, cuando nazca el bebé, la familiar, porque si optamos por las dos a la vez nos vamos a enfrentar a una etapa larga y amarga para nuestro niño.
Los padres deben evitar, en la medida de lo posible, que el niño experimente una pérdida real o imaginada de privilegios y marginación por parte de su madre, en la que tenga la sensación de perder la exclusividad que siempre sintió. De repente va a descubrir que su madre hace cosas diferentes, para otras personas y con otras personas, y eso le causa decepción.
Los celos por sí mismos suponen que el niño cree perder lo que siempre consideró suyo, lo tuvo siempre sin pedirlo, y ahora tiene que reclamar esa atención que antes era siempre inmediata.
Creemos que lo que realmente crea problemas entre los hermanos es cuando se perciben favoritismos o preferencias hacia uno de los hijos. Nadie juzga mejor que un niño porque es veraz y justo en sus apreciaciones familiares.
Muchas veces no resulta fácil para el niño compartir a su madre, aunque sea con su padre, pero le será mucho más complicado que sea su hermano la causa por la que tiene que compartir a sus padres (sobre todo a su madre), porque además le ve más parecido a él que al resto de personas de su propio entorno.
Por último, es fundamental no anticipar nada y dejar que las diferentes situaciones vayan apareciendo, resolviéndolas en el momento en que aparezcan de la mejor forma posible.
La rabia de los celos es tan fuerte que fuerza a hacer cualquier desatino (Miguel de Cervantes).
Verónica García Notario. Directora Escuela Infantil Delphos
Maestra de Educación Infantil y Máster en Psicopedagogía
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