
Inmersos en las tormentas del océano.
Hoy conmemoramos el Día Mundial de los Océanos, de los que se dice que son nuestro futuro.
Los océanos son los pulmones de nuestro Planeta y los investigadores informan de que la salud de los océanos está íntimamente ligada a la salud del ser humano, del clima, de las plantas y de los animales. Incluso, organismos que se han descubierto en profundidades extremas se están utilizando para la aceleración de la detección del COVID-19.
Los océanos tienen un papel imprescindible en nuestra vida cotidiana. Hoy queremos transmitir su naturaleza violenta y hacernos eco de sus mareas, que en ocasiones son tan fuertes que la sabiduría del hombre no las puede frenar.
El Día de los Océanos tiene un sentido muy importante para la concienciación de la relevancia de éstos. Lo que hacemos en el día a día afecta al entorno y esas actividades que de forma directa o indirecta degradan la naturaleza, perjudican a los océanos de forma muy significativa.
En las Escuelas Infantiles se trabaja por transmitir una educación en valores, muy necesaria desde las edades más tempranas, además de inculcar la importancia del cuidado de la naturaleza y del medio ambiente, sentando una base fundamental junto con las familias.
En la actualidad, los Centros de Educación Infantil nos encontramos inmersos en una enorme tormenta en medio de los océanos.
Confusión e incertidumbre desde el pasado 11 de marzo en el que el barco empezó a zozobrar por causa de fuerza mayor. El barco choca con un monstruo llamado Coronavirus que nos lleva a la deriva.
Desde ese día las escuelas infantiles, mal llamadas guarderías, porque no guardamos a los niños ni a nadie, somos auténticos náufragos sin dirección y sin rumbo.
Comenzamos este naufragio con el choque con el maldito virus llamado COVID-19 de la familia de los Coronavirus.
Inicialmente nos pusieron sobre una pequeña balsa de salvamento que se ha ido destrozando poco a poco porque nadie nos ha echado de menos.
Hemos ido remando y manteniéndonos a flote, pero sin instrucciones de cómo remar ni con una dirección clara adónde llegar.
La tormenta ha sido cada día más fuerte y la única brújula que teníamos en nuestras manos de repente dejó de funcionar, pero los chalecos salvavidas aún se encontraban en perfecto estado de flotación y nos sujetaban. Sin embargo, de repente, una ola de grandes dimensiones y una fuerza brutal destrozó la barca y caímos sobre las frías aguas del océano.
Teníamos miedo e incertidumbre, pero no nos rendimos ni nos rendiremos. Comenzamos a dar brazadas todas juntas, en la misma dirección, pero sin aún saber dónde íbamos a llegar o si tendríamos la suerte de que algún barco grande nos rescataría antes de desfallecer.
Las Escuelas Infantiles estamos yendo a la deriva porque nadie nos ha tenido en cuenta y eso que pertenecemos al sector educativo dentro del sector servicios y somos absolutamente necesarias.
Somos tan necesarias como el resto de los niveles educativos, aunque en cierto modo diferentes porque nos preocupa tener un magnífico carácter asistencial, un trabajo educativo al que no todos son capaces de enfrentarse, esto es, la enorme capacidad de ejercer el sexto sentido maternal cuando un pequeño se pone malito o no es capaz de dormirse por sí solo o no quiere comer y hay que buscar los medios para lograr que esté bien alimentado.
Estar siempre pendientes de la tranquilidad de esas familias que depositan en nosotras la confianza de dejar lo que más quieren y empatizar con ellas es imprescindible porque muchas de ellas son primerizas, y sufren, y tenemos que transmitir tranquilidad y confianza.
Las familias son conscientes que dejan a sus hijos en manos de profesionales de la educación, no en manos de cualquiera, y somos muy diferentes porque somos coeducadores en las edades más delicadas. Esa etapa de 0 a 3 años tan importante en la que se sientan las bases del crecimiento y del desarrollo en todas las áreas: sensorial, motriz, cognitivo y social.
Somos profesionales de la educación que estamos preparados para afrontar tanto una emergencia sanitaria como ese festival de fin curso para los padres que no sabes ni cómo va a salir adelante.
Se trabaja sin descanso durante toda la jornada y somos capaces de consolar a los niños con brazos de madre y reírnos a carcajadas con ellos. Se les habla con respeto y cariño, se les canta y se les cuentan cuentos en el regazo, se les permite jugar y aprender a su ritmo y cuando hay que cambiar su pañal o su ropa se hace con tanto mimo que nos consideran una persona importantísima y necesaria en su corta vida.
Denunciamos que ni las Autoridades Educativas ni las Autoridades Sanitarias nos han tenido en cuenta. Nos han facilitado ideas, pero no protocolos formalizados ni oficiales.
Piden actuaciones y formas de hacer imposibles de cumplir en un Centro Educativo de Educación Infantil donde el acercamiento y la proximidad con los niños son necesarios y algo tan natural que hacerlo de otra manera generaría desarrollos inadecuados.
Lograremos llegar no a un puerto seguro sino a una playa preciosa después de esta tormenta oceánica y volveremos a disfrutar de los beneficios del sol y de la tranquilidad que proporciona una escuela abierta, alegre, familiar y segura.
Seguimos…
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