
Comunicarnos con nuestros hijos
En más de una ocasión hemos pensado cuando estamos hablando con nuestros hijos que estamos hablando con otra persona, y a veces hasta con la pared.
Desde las edades más tempranas debemos aprender a establecer una comunicación abierta y adecuada con ellos y, por supuesto, dar margen para que ellos hablen y nosotros podamos escuchar atentamente y aceptar otros puntos de vista que en muchísimas ocasiones nos cuesta oír, porque no queremos o simplemente porque no se van a hacer las cosas como a nosotros nos gustaría.
La escucha activa es algo que debemos practicar, en la medida de lo posible, siempre.
Debemos respetar la forma de hacer del otro y también las diferentes formas de pensar y de actuar.
¿Qué palabras son las que pueden entorpecer esa comunicación abierta, activa y adecuada con nuestros hijos?:
- Dar órdenes, advertir, aconsejar, razonar, moralizar.
-
Cuando utilizamos verbos en imperativo (“Haz”), lo que estamos haciendo llegar a la otra persona es “tienes que hacer lo que yo quiero que hagas”.
-
-
Enjuiciar, alabar, ridiculizar, interpretar, tranquilizar, preguntar.
-
Lo que estamos manifestando cuando los utilizamos es “conozco perfectamente cuándo tienes razón (que ocurre en muy raras ocasiones) y “conozco perfectamente cuándo te equivocas (que es casi siempre).
-
-
Se busca una estrategia para defendernos: “si afronto este tema directamente lo distraeré. Si afronto este tema directamente me destruirá/pillará/descubrirá, por lo que no me queda otra que distraer o ignorar a esa persona
Para comunicarnos adecuadamente debemos mantener un tono de voz adecuado, sin gritos (porque se pierde la autoridad), mantener la mirada en todo momento y dejar hablar sin interrupciones.
Si hay que corregir una acción y el enfado nos supera, debemos esperar a que pase un tiempo razonable antes de abordar ese problema y mantener el tono adecuado y firme que necesita el niño en ese momento.
Debemos observarles y estar atentos a los cambios de humor, que son muy perceptibles, y preguntar cómo se sienten. Si no contestan, o contestan con un “déjame”, debemos respetar el momento, pero no olvidarnos e insistir con una estrategia diferente.
Si juegas con tus hijos, la calidad comunicativa mejorará mucho porque se generará un vínculo fuerte y correcto además de mucha confianza.
Es muy importante ponerse en su lugar, buscar espacios que favorezcan la comunicación, tratar temas que sean interesantes para ellos, que sientan que te preocupas y que te sientes bien cuando están contentos y mal si ellos están tristes por algún motivo.
No debemos interferir en las discusiones que ellos tengan con sus amigos: los problemas de los niños los deben resolver ellos mismos. Si los padres entramos podemos generar un problema mayor, excepto si hubiera evidencia de problemas de otro tipo.
Escuchar no es lo mismo que oír. Es importante parar y mirar y atender lo que nos están contando ya que si perciben que no damos importancia a lo que nos cuentan cada vez hablarán menos y se convertirá en una relación con las palabras imprescindibles: conversaciones de besugos que no llegan a ningún fin que desembocan en la nula comunicación.
Los padres somos oyentes activos y nos tenemos que armar de paciencia, aunque lo que nos estén contando consideremos que es una tontería o una pérdida de tiempo, pero tened presente que para nuestros hijos eso que están contándonos “es muy importante”.
Leave a Reply