
Carnaval y Rugby
Me llamo Guillermo y fui alumno de la escuela infantil Delphos desde septiembre de 2000 hasta julio de 2003.
Siempre me ha encantado el deporte, he sido una persona con un nivel motriz muy bueno. Me cuentan que con 5 meses era capaz de atravesar los 7 metros del aula de bebés detrás de una pelota que hacía ruido, iba como los comandos y con 6 meses gateaba a patrón cruzado correctamente a una velocidad que llamaba la atención. A los 10 meses andar y a partir de ahí ya no he parado.
Primero jugué al fútbol, como era grande era central pero lo dejé y comencé a jugar al rugby en 2013. Cuando conocí este deporte me impliqué tanto que acabé siendo en dos ocasiones subcampeón de España (2016 y 2017) y Campeón de Madrid (2017) y dos veces Campeón de España en 2018, con la selección de Madrid y con el Liceo Francés de Madrid, lo que me reconoció como deportista de élite.
Os cuento todo esto porque la escuela me pide que hoy que celebran Carnaval y han vestido a todos los niños de rugbiers sea yo el que os cuente en primera persona los valores del deporte en equipo en concreto del rugby porque en Delphos, además de otros muchos deportes, les encanta el rugby, un deporte lleno de riqueza aunque a veces, pueda parecer desde fuera un deporte impactante al ser de contacto.
Los cinco grandes valores de este deporte son: Integridad, pasión solidaridad, disciplina y respeto y son los que definen el carácter y la técnica de este deporte de equipo tanto dentro como fuera del campo.
Quien lo conoce acaba encantándole porque el respeto hacia el otro es uno de sus principios más sagrados.
Cuando se llega a un equipo lo primero que escuchamos es que tenemos que respetar al compañero, al adversario, a los árbitros cuyas decisiones serán siempre incuestionables, al público y a todos los que participan en el juego.
Cualquier malestar o tensión que se produzca dentro del campo, se resuelven en el campo y el equipo que vence aplaude a su rival haciendo un pasillo y viceversa. Después, los jugadores comparten lo que se llama “tercer tiempo”, momento que sirve para conocerse, comparten experiencias y disfrutan de un tentempié que les permite recuperarse del desgaste físico sufrido en el partido. Esto lo organiza e invita el equipo anfitrión.
Honestidad y juego limpio es absolutamente necesario para evitar lesiones ya que es un deporte de contacto y se ejerce mucha fuerza física sobre el otro para conseguir el balón pero no se debe utilizar en ningún caso para herir al rival.
Hay un compromiso muy importante de buen comportamiento entre los rugbiers y los árbitros que son la Ley del Campo.
Pasión es lo que sentimos todos los que jugamos a este deporte y esto nos genera empatía, comprensión, entusiasmo, solidaridad y sobre todo una gran vinculación con todo el rugby y lo que le rodea.
Solidaridad. Los rugbiers aprendemos la capacidad de crear el sentimiento de grupo, se crea una verdadera amistad y lazos muy fuertes que suelen durar toda la vida.
El trabajo en equipo que nos enseñan en el rugby nos ayuda a aprender a trabajar en equipo y a dar cada uno lo mejor de sí mismo y a su vez a defender a los tuyos sin complejos porque somo compañeros leales y no importan colores, razas o la forma de pensar.
La disciplina, el orden, el respeto, el escuchar es algo que se aplica en el campo y fuera del mismo.
Y ¿por qué os animo a llevar a vuestros hijos e hijas a jugar al rugby? Porque educa y prepara para la vida. Aprendes a exigirte, a esforzarte, a preparar tu mente y tu cuerpo, a organizarte, te haces disciplinado, responsable, solidario, activo y sobre todo, te sientes muy feliz y aprendes a aceptar la derrota cuando llega con elegancia.
Todos los que hemos jugado al rugby somos personas que respetamos al otro, sabemos afrontar los miedos y gestionarlos y se aprende a ser resiliente y remontar siempre que se cae para volver a levantarse.
El rugby es un “enorme” deporte.
Guillermo Sampedro García, estudiante de 3º de ingeniería y siempre rugbier.
¡Os deseamos felices fiestas de Carnaval!
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