
Ayudar en casa
Este curso se presenta complicado por lo que la escuela se va a centrar en una programación dónde se desarrolle la autonomía personal y la responsabilidad en los niveles para lo que están preparados.
Los niños, si se les implica desde las edades más tempranas en las tareas de la casa lo verán como algo normal y no como algo obligación difícil y desagradable que imponen los progenitores mientras que ellos preferirían hacer otras cosas.
Las tareas aunque tengan poca importancia, muchas veces provocan disputas para lograr que se lleven a cabo.
La virtud del orden se adquiere a partir de los dos años pues vamos a aprovecharlo.
Enseñar a un niño que ayude en casa es algo tan importante como enseñarle a hablar, a coger objetos, a comer, a moverse, etc; ya que esto le va ayudar a adquirir mayores habilidades para mirar, escuchar y moverse.
Cuando ambos progenitores trabajan toda la unidad familiar debe implicarse en las tareas ordinarias que el orden y mantenimiento que una casa requiere por lo que cuanto antes se lo hagamos ver al niño acabará siendo parte de su rutina habitual y lo verá como algo normal.
Las tareas deben ser proporcionales a la edad y capacidad del niño: que sean pocas y simples responsabilidades ayudarán a mejorar el trabajo doméstico y sobre todo, el niño aprenderá a coperar.
Cuando el niño aprende por su cuenta a realizar tareas domésticas y de autonomía, descarga a sus padres y también a sus maestros de un trabajo que de otro modo deberían realizar ellos.
De esta manera, el niño comienza a participar de la vida de familia y dentro de la escuela infantil de una forma más constructiva.
Cuando los niños son pequeños suele gustarles recoger sus cosas. En la escuela este hacer se fomenta mucho y normalmente lo hacen felices por lo que en casa hay que se coherentes y dejarles que ellos recojan lo suyo.
Ayudar a papá o mamá no es un aburrimiento para ellos sino que debe resultar algo divertido porque el niño con ello se siente importante.
Poner la ropa sucia en el cesto, llevar su pañal a la basura, estirar su sábana bajera, echar desperdicios en la papelera.
Los niños no van a adquirir este hábito de ayudar si alguien lo hace por él. Cuando los niños crecen si este hábito no lo han adquirido y lo ven como algo normal, cuando crecen y les decimos, “esto lo puedes hacer tú sólo”, va a ser mucho más complicado que lo quieran hacer porque eso cuesta trabajo.
Las tareas, como ya hemos comentado antes, deben ser proporcionadas y apropiadas a la edad y capacidad el niño pero resulta útil ir cambiando las tareas a medida que el niño crece, especialmente si hay más de un hijo en la familia.
Cuando las tareas cambian, el niño pensará con ilusión en las nuevas responsabilidades y evitaremos el acostumbramiento y posible aburrimiento.
Explicar que hay tareas que no puede hacer porque aún es pequeño pero que cuando crezca lo va a poder hacer, cuando llega ese día en el que por fin se le puede dar esa tarea tan esperada, lo hará encantado y feliz.
Es mejor aprovechar esos momentos de ayudar desde que son pequeñitos para que sientan que ayudar es algo divertido. Enseñar a un niño que tiene determinadas responsabilidades que cumplir en su casa le ayuda a alcanzar un mayor grado de madurez y cuando sea adulto, será una persona responsable que sepa que las cosas cuestan.
Lo ideal es que cada uno sea responsable de si mismo y de las cosas que le corresponden desde el principio, pero con una planificación adecuada y con una guía firme.
Para conseguir que el niño realice las tareas domésticas:
- Se debe establecer un determinado momento para que el niño realice la tarea asignada, por ejemplo, antes de cenar hay que recoger los juguetes, después de bañarnos hay que llevar al cubo la ropa sucia, después de cenar hay que cepillarse los dientes, etc.
- Siempre explicar despacio y de forma sencilla cual es el momento, el lugar, la tarea a realizar y las consecuencias de hacerlo y de no hacerlo.
- Fragmentar la tarea objetivo de aprendizaje en varios pasos muy simples y sencillos. Los primeros días hacerlo con él explicando en todo momento el proceso y cómo se hace y dejarle que lo haga contigo.
- Estimular en positivo: ¡qué bien lo estás haciendo!, ¡Mañana seguro que te queda mejor!.
- Si el niño comete un error, anímale a rectificar y a probar de nuevo, sin enfadarse, ofrécele tu ayuda si lo considera necesario y con una vez que repita es suficiente ya practicará los días siguientes. Esto se llama “práctica positiva”.
- Cuando sepa hacer sus cosas y responda a ello sin tenérselo que mandar, se debe recompensar para reforzar el esfuerzo hasta lograr que se automatice y ya no haga falta ese refuerzo.
Importantísimo: no realices tú las tareas que el niño es capaz de hacer. Es preferible que se queden sin hacer y ahí es dónde hay que aplicar las consecuencias por ejemplo un castigo negativo que consiste en una ausencia o retirada de un estímulo agradable cuando se realiza una conducta inadecuada.
Quitar o dejar de hacer algo que le gusta al niño y por tanto supone un refuerzo y una motivación para que lo haga.
Si el niño deja la ropa en el suelo y no la recoge, no la recojas tú, vete a buscarle y se le pide que lo recoja, siempre de buenas maneras y con un por favor y gracias y se le explican sin amenazas las consecuencias que tendrá su falta de responsabilidad adaptadas a la edad del niño.
Cuanto más tarde comencemos a trabajar con los niños el orden y el ayudar e implicarle en las tareas de la casa más difícil será educarlo para que sea responsable, constante y ordenado en todo lo que haga.
Si los padres alientan y son constantes, hasta el niño más descuidado puede llegar a hacer las cosas bien y colaborar.
Verónica García Notario. Directora
Leave a Reply