
Actitud ante las rabietas
Las rabietas de los niños.
Es muy fácil aconsejar cómo se debe actuar ante las rabietas, a veces tremendas, de nuestros hijos, pero no es nada fácil llevarlo a cabo y tenemos que intentar armarnos de mucha paciencia que es la virtud característica de los padres.
El tono de voz es clave. Firme, suave y sereno, cuantas menos palabras mejor. Un mensaje claro y corto es más eficaz.
Antes de actuar toma la decisión de cómo lo vas a hacer. Es bueno pararse y contar despacio hasta diez porque ayuda en el autocontrol y seguramente a modificar la impronta de la reacción. Además, respira hondo.
Sé coherente. Lo que digas cúmplelo, aunque duela, y no os contradigáis nunca, al menos delante del niño. Si en algo no estáis de acuerdo, aclaradlo cuando el niño no esté delante (esto es importantísimo). No cedáis al capricho o deseo para evitar el llanto.
Unidad en las acciones en la medida de lo posible. Cuando los niños ven coherencia suelen responder de forma mucho más positiva porque ellos siempre perciben a un fuerte y a un débil y ambos progenitores debemos intentar estar al mismo nivel en autoridad.
Firmeza y flexibilidad. Marcar los límites de forma clara, concisa y concreta pero no como imposición si no como un guía que no presiona al niño ni reprime.
Cuando tenga el “momentazo”, déjalo… Es mejor, porque de momento no va a conseguir el consuelo y, de alguna manera, le ayudas a gestionar su frustración, algo de lo que no es capaz en ese momento. Respira y, una vez más, paciencia, pero ¡no dejes que se autolesione! En este caso, sujétale fuerte y abrázale hasta que logre calmarse.
Cambia la manera de dirigirte al niño:
- Entiendo perfectamente que te hayas enfadado.
- Ya veo que te sientes mal y yo estoy aquí. Cuando tú quieras, vienes.
- ¿Te ayudo?
Como ya conocemos a nuestro hijo seguro que muchas veces podemos canalizar su rabia distrayéndole con algo repentino: un ruido, una expresión, etc. No lo atosigues ni le des sermones, que no van a servir para nada. Tampoco sirven las amenazas.
No permitas que te pegue. Mantente a la altura del niño, mírale a los ojos con firmeza y cariño y sólo ofrece intercambio de conversación cuando realmente percibas que está dispuesto a escuchar.
Esperamos que estas pautas os puedan servir de ayuda.
¡Paciencia y al toro!
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