
¿Dulce rabieta de Navidad?
Querida familia, quizá ya os estáis temiendo que las tan anheladas Navidades pueden llegar a convertirse en una fuente de complicaciones digna de la mente más anti navideña de los últimos tiempos, el Grinch.
Si alguien imaginó que tener un hijo era sinónimo de felicidad, está muy equivocado.
Tener un hijo es sinónimo de que mi vida ha cambiado, de adoptar nuevas formas de responsabilidad, de preocuparme por cosas que antes me daban igual, de pensar de forma a veces opuesta a lo que pensaba hace unos meses o años y, lo que es más paradójico, de pasar yo mismo a un segundo plano a pesar de ser algo que no cambiaría por nada del mundo.
Ahora, además de nosotros existe una persona que ya no nos permite hacer todo lo que hacíamos antes. Hemos renunciado a bastantes cosas, por lo que nuestra vida, en cierta forma, se nos ha complicado. Y si con todo esto no fuera suficiente… tenemos que lidiar con esos comportamientos que parecen incontrolables que se llaman rabietas y de las que es casi seguro que habéis oído hablar en algún momento.
¿Y qué podemos hacer para evitar muchas de las complicaciones que la paternidad trae consigo y conocer mejor esos comportamientos imprevisibles de nuestro hijo?
Preocuparse por conocer el proceso evolutivo siempre resultará beneficioso y ayudará a los padres a entender y comprender todo lo que es normal en su hijo y lo que se sale de la norma, para aprender juntos y ser capaces de gestionarlo adecuadamente.
Uno de los momentos más propensos a que se den este tipo de conductas es la Navidad, una de esas temporadas en la que todos andamos estresados, pensando en familia, amigos, comidas, regalos y que incluso en algún momento puede llegar a hacer que se nos “olvide” que tenemos niños, pretendiendo que sigan el mismo ritmo del adulto cuando lo mejor para la salud mental de todos sería conseguir que respetáramos y continuaran con sus rutinas habituales.
Si ese niño, además, está en la difícil edad de los 2 años y no lo gestionamos bien (educar y poner límites) podríamos enfrentarnos a un pequeño tirano que sea el que mande y decida sobre lo que tienen que hacer los adultos que le rodean, por lo que antes de que pueda pasar esto aconsejamos pararse a pensar cómo resolver adecuadamente todas esas situaciones que podrían generar mucha incomodidad y enfados.
Gritar, patalear, llorar, tirarse al suelo, agredir, perseguirnos… son algunas de las conductas a la que nos tendremos que enfrentar cuando nuestro pequeño se enfade y no gestione su genio, simplemente porque esté agotado de tanto trajín o haya entrado en un bucle normal de su desarrollo.
¿Y cómo podemos controlar estas situaciones que nos desbordan?
Ignorar esas conductas negativas y no prestar atención a comportamientos no deseados será probablemente uno de los modos más eficaces para lograr la disminución en la persistencia de estos, pero no su desaparición.
Las rabietas siempre resultan incómodas e inadecuadas, y más en estas fechas en las que nos reunimos tantas veces con la familia. Desgraciadamente, muchas veces son consecuencia de la propia forma de actuar de los padres, cuando no de la familia extensa, que exige con la mejor de sus intenciones comportamientos demasiado evolucionados en el niño.
Cuando empiezan, producen horror, ansiedad y angustia, pero no hagamos de ello un drama pensando que hemos sido uno de los pocos elegidos en padecerlas, ya que son uno de los comportamientos propios del desarrollo evolutivo en los niños entre 1 y 3 años, dándose de forma más acentuada a lo largo de los 2 años, siendo éste el mejor momento para reconducirlas y, si es posible eliminarlas (o al menos reducirlas), del comportamiento de los hijos.
No son más que un reflejo de la incapacidad de los niños de gestionar la frustración y son una muestra de su propio malestar, por lo que el refuerzo de las conductas deseables, elogiando el correcto comportamiento del niño y no su personalidad, producirá la mejora necesaria para lograr una buena convivencia en el seno familiar.
¿Cómo hacer si se presentan las rabietas?: Consúltanos
- Procurar no perder la calma. La paciencia es virtud de padres y, estratégicamente, contar hasta diez antes de actuar permite pensar y no precipitarse en actos de los cuales podamos después arrepentirnos al dejarnos llevar por la impulsividad.
- Pensar que los adultos somos nosotros; es el niño el de la pataleta.
- Procurar un acercamiento tranquilo evitando accidentes innecesarios.
- Evitar gritos y comentarios innecesarios que podrían agravar el problema. Recordar que el que se encuentra descontrolado es el niño, no nosotros.
- No desautorizar nunca al otro progenitor (aunque no lleve razón) y mostrar una coherencia en la actitud de ambos.
- Demandar respeto hacia nuestros criterios educativos al resto de la familia.
- Mucho cuidado con el uso de las tecnologías para calmar al niño. Os remitimos a un vídeo que puede ayudar a reflexionar sobre esto: https://youtu.be/oW_7r05919s
Verónica García Notario. Directora Escuela Infantil Delphos
Navidad 2019 2020
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REFERENCIAS:
- https://kidshealth.org/es/parents/tantrums-esp.html
- https://kidshealth.org/es/parents/temper-esp.html
- https://orientacion.larioja.edu.es/index.php/necedidad-ed-especiales/comporper
- https://www.psicologiadelphos.es/psicologos-madrid/las-rabietas-en-los-ninos-como-actuar
- https://www.feandalucia.ccoo.es/docu/p5sd8748.pdf
- https://www.hacerfamilia.com/ninos/noticia-acabar-rabietas-infantiles-10-pasos-20150302133353.html
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