
Dormir por la noche
Intentamos con esta entrada responder a las familias que nos preguntan qué se hace con un niño de 2 años que se despierta muchas veces por la noche.
Lo más fácil de todo es llevarlo a la cama con nosotros porque de esa manera surge el milagro: «Todos dormimos». Sin embargo, vamos a considerar si procede actuar así.
A los dos años el niño se encuentra en un momento de cambio, pero aún depende mucho emocionalmente de su madre (recordamos que estamos en edad de madre más que de padre, ésa ya llegará un poco más adelante).
Su cabecita ya va más allá, conoce muchas cosas, como los personajes de los cuentos, y su imaginación vuela a una velocidad vertiginosa, lo que le puede producir inseguridad y miedos por la noche. Por este motivo, cerca de sus padres encuentra la seguridad que le hace falta y duerme plácidamente y, curiosamente, sin despertarse cuando está con ellos.
La simple presencia le proporciona la importantísima seguridad y protección que necesita. Cuando el niño no se encuentra junto a ellos y se despierta siente miedo, se siente desamparado, se asusta y llora, a veces de forma inconsolable.
Los niños aún no distinguen entre lo real y sus fantasías. Acontecimientos que los adultos consideramos normales a ellos les afectan de forma diferente, llevándolos en ocasiones a situaciones que les producen pánico y les hacen sufrir muchísimo. Algunos incluso no quieren dormirse.
Esos llantos constantes del niño durante la noche que nos obligan a permanecer despiertos muchas horas nos conducen a hacer lo que teóricamente no se debería hacer, es decir, llevarnos al niño a la cama: todos tenemos que descansar, es vital para el organismo y para nuestra salud mental.
Existen al menos dos opciones sobre cómo actuar, ambas son buenas pero hay que elegir una:
1.- Pasar cuatro o cinco noches malas, levantándonos continuamente y sin sacarle de su cama, de manera que el niño o niña vaya cogiendo seguridad e inicie de nuevo su ritmo de dormir sin altibajos ni sobresaltos.
2.- Llevarlo a nuestra cama y asumir que es una magnífica forma de dormir y descansar todos, pero sabiendo que tendremos que hacerlo durante un largo tiempo, con la consiguiente la pérdida de intimidad en la pareja.
Vosotros, padres, decidís. Nadie más puede hacerlo por vosotros.
Llevar el niño a la cama:
- ES BUENO: porque fortalece vínculos afectivos, se descansa mejor y reduce llantos y miedos en el niño o niña porque disminuye el número de pesadillas nocturnas.
- NO ES TAN BUENO: porque la pareja pierde intimidad, la falta de espacio en ocasiones dificulta el sueño apacible de todos (o de alguno), el niño tarda mucho más tiempo en adquirir autonomía y aprender cuál es su papel en la familia y se hace muy dependiente de sus padres.
Ahora es vuestro turno y el momento de tomar vuestra decisión.
¡Mucho ánimo y mucha suerte!
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