
Desarrollo de la inteligencia emocional: La autonomía
Continuamos con una capacidad que es clave en el desarrollo del niño: la autonomía.
La autonomía es una capacidad. Las personas autónomas sacan adelante las actividades de la vida cotidiana utilizando sus propias habilidades y recursos, por tanto, son capaces de hacer las cosas por sí mismas y de tomar decisiones sin dejarse influir por otras personas.
La autonomía es la capacidad de gobernarse a uno mismo, de actuar por propio convencimiento y no porque nos impongan una conducta, nos vigilen, nos castiguen o nos lo exijan ciertas normas sociales de comportamiento.
¿Cómo se trabaja la autonomía?
Para conseguir que los niños sean autónomos hay que permitirles, primero, trabajar su cuerpo, dejándoles que se puedan mover libremente, y no limitar sus movimientos. Permitirles expresarse con el llanto, porque de esta forma nos cuentan que no están cómodos en una determinada postura o porque es frustrante no poder avanzar. Sin embargo, si nosotros hacemos lo que ellos necesitan conseguir por sí mismos, vamos a conseguir personas dependientes e inseguras y seguro que no queremos eso.
Por este motivo, los padres, desde el primer día de vida del niño, debemos permitirles avanzar, sin limitar sus posibles desplazamientos y por tanto sus logros.
Dejar al niño boca abajo lo antes posible cuando está despierto le va a ayudar a comenzar a ser autónomo en movilidad, sin que nadie le dirija. Pronto empezaremos a comprobar si se apoya en las manos, si levanta la cabeza y si mueve las piernas. Poco a poco esa movilidad estática se convertirá en un desplazamiento hacia arriba para sentir la seguridad de un tope y más adelante le permitirá dar la vuelta sobre sí mismo y nos lo encontraremos en posición cambiada.
Permitir un espacio amplio y cómodo es darle libertad y, por tanto, ofrecerle muchas más posibilidades de un movimiento autónomo precoz, con lo que conseguirá progresivamente unos hitos en la autonomía del movimiento que le permitirán elegir dónde y a por qué quiere ir.
Conforme el niño crece iremos observando avances muy importantes. Entre otras cosas, se empiezan a quitar los calcetines, se los intentan poner (que es una acción muy difícil), intentan vestirse o desvestirse (esto último lo logran antes porque el orden ya les viene dado), se quitan los zapatos e intentan ponérselos, etc.
Por nuestra parte, trabajaremos esta capacidad prestando únicamente las ayudas necesarias cuando realicen las siguientes actividades:
A la hora de vestirse:
- Aprenderán a quitarse y a ponerse ropa abierta (chaquetas, cazadoras, etc.).
- Conocerán los cierres como las cremalleras, los botones y los corchetes y trabajarán con ellos para ir aprendiendo.
En la comida:
- Utilizarán la cuchara y el tenedor de forma autónoma.
- Beberán del vaso.
- Es importante permanecer sentados y tranquilos hasta que hayan terminado de comer
En la higiene:
- Reconocerán cuándo están sucios o cuándo tienen el pañal manchado.
- Se limpiarán las manos y la boca con las toallitas…
- Empezarán a subirse o bajarse solos los pantalones y los calzoncillos o las braguitas
En actividades domesticas:
- Recogerán los juguetes
- Recogerán su ropa sucia
Reconocimiento de las propias capacidades para alcanzar la felicidad
Cuando los niños son conscientes de que pueden hacer las cosas, rechazan las ayudas y se esfuerzan por hacer las cosas solos, llegando incluso a enfadarse porque no quieren ser ayudados.
Cuando en este proceso de intentar hacer algo sin ayuda se da cuenta de que no puede y reconoce una limitación y nos pide ayuda, es muy importante que se la prestemos encantados, pero lo mínimo para dar un empujoncito a ese esfuerzo que está haciendo el niño.
Cuando el niño reconoce su capacidad para actuar como persona independiente se siente feliz y orgulloso de sí mismo. El niño “se crece” y refuerza su seguridad personal y su autoconocimiento: soy capaz de hacer cosas sin ayuda de los otros.
A lo largo de nuestra vida, para conseguir un objetivo grande primero hay que lograr pequeños objetivos, por lo que hay que saber esperar y controlar las emociones.
Si los niños aprenden a frenar la impulsividad y a demorar las gratificaciones conseguirán, con mayor facilidad, llegar a los objetivos que se propongan, y de esta forma alcanzar lo que todos buscamos para ellos, ser felices, y para eso hay que ayudarles en su proceso de reconocimiento y gestión de sus propias emociones.
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