
Rabietas a los 2
Esto es de volverse locos…
Las rabietas de los niños siempre son por algún motivo. Hay que escuchar la rabieta. Es una forma de expresar su frustración, de liberarse de ella y regresar a una vida satisfecha.
A la edad de los 2 años a menudo sobreviene un periodo en el que el niño se muestra desafiante, una época en la que intenta afirmar su independencia recién descubierta. Ahora puede caminar, correr, hablar e insiste en hacer todo por sí mismo, aunque puede cambiar bruscamente de actitud y pedir que su madre o su padre lo vistan o le den de comer. Cualquier cosa que el niño o la niña vea que esté haciendo su hermano quiere hacerlo también.
Es difícil actuar. Su palabra favorita es “NO”. Esta actitud de obstinación puede ser irritante en ocasiones, pero es signo saludable de que el niño es capaz de hacer valer sus derechos.
El niño de esta edad es muy dominante, ¡Quiero!, y lo que espera es que su deseo sea satisfecho sin demora. Desea levantarse, se niega a recibir ayuda, etc.
El niño de dos años frecuentemente va más allá de sus propias fuerzas en sus aspiraciones de hacer todo por sí mismo. Muchas veces las rabietas no son sólo porque no se satisfagan sus demandas, sino porque se ponen furiosos porque no puede hacer las cosas como él desea. Otras veces su cólera obedece a que su madre o su padre no le permiten hacer algo. Por ejemplo, él quiere bajar unas escaleras de caracol y no se lo permiten porque puede ser muy peligroso para él.
Los padres pueden tratar de hacerle un lugar para él en la casa (habitación de juegos o espacio de juegos) donde encuentre una mayor libertad de acción y no tengan que decirle constantemente que no.
Tenemos que entender que un niño de dos años tiene la capacidad muy limitada para hacerse entender o para lograr lo que desea con sus enormes limitaciones, de ahí esos arranques coléricos.
La violencia de los sentimientos que experimenta en sus accesos de cólera a menudo atemoriza al propio niño. Es como si se sintiera poseído por una fuerza interior que escapa de su control. En tales situaciones necesita ayuda y comprensión más que castigos o actitudes severas.
Si los padres pueden permanecer con calma, hablarle con serenidad y quizás alzarlo y sostenerlo en los brazos, le darán al niño la seguridad de que pueden protegerlo y evitar que se desintegre, que es precisamente lo que él puede temer cuando se le deja libre. Sin embargo, algunos niños demuestran que pueden recobrar más fácilmente su ecuanimidad si dejamos que se tranquilicen solos. Aún en este caso, para el niño representa una ayuda sentir que la violencia y explosividad de sus sentimientos no atemorizan a sus adres de la misma manera que lo atemorizan a él. Hay que diferenciar los berrinches caprichosos de los que están motivados porque el niño está triste, asustado, avergonzado o se sienta solo o rechazado.
Algunos consejos para reducir en la medida de lo posible las rabietas cuando éstas se tratan de una llamada de atención:
- No acceder a lo que el niño quiere conseguir con esa demanda. Hacerlo con paciencia y tranquilidad.
- Esperar unos minutos a que su llanto disminuya y decirle “cuando hayas terminado de llorar, ven y nos iremos a jugar juntos”.
- Cuando el niño o niña termina la rabieta, recibirlo como si no hubiera pasado absolutamente nada y darle un beso.
Os transmitimos ánimo y mucha paciencia.
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