
¡¡Mi hijo tiene lombrices!!
Las lombrices que habitualmente nos encontramos en los niños son unos gusanos blancos, muy finos y en ocasiones tan imperceptibles que no se detectan ni siquiera en los análisis de heces.
En los niños menores de 10 años es frecuente que puedan tener lombrices y no por ello hay que asustarse.
Este tipo de lombriz que parasita en el humano se llama oxiuro y no tiene nada que ver con falta de higiene en el niño ni tampoco falta de limpieza en la vivienda.
El niño se infecta al llevarse a la boca sus manos, donde lo más probable es que debajo de las uñas tenga los huevos de estos parásitos que en muchas ocasiones están en la arena de los parques o juguetes de otros niños, o en el lugar más insospechado.
Los huevos pasan al intestino delgado y salen las larvas, que se hacen adultas, y pasados unos dos meses después de la infección las hembras ponen los huevos en la zona perianal, los cuales producen irritación y mucho picor porque se pegan a la piel.
En niños con pañal es más difícil que se pueda extender la infección, pero nada es imposible, por lo que conviene desparasitar a toda la familia, generalmente con el Mebendazol o la medicación que indique el médico. Este tratamiento mata a las lombrices adultas pero se debe repetir a los 15 días por el tema de los huevos que hayan podido quedar depositados.
La infección no proviene de los animales, por lo cual podemos decir que estos no están relacionados con el contagio de las lombrices.
Las lombrices no tienen una sintomatología que te indique “el niño tiene lombrices”. Lo que ocurre es que puede producir inquietud por la noche debido al picor y sin embargo nosotros no detectar qué le pasa al niño porque muchas veces no se ven cuando se le quita el pañal. A otros niños les puede causar una “tos tonta”, por la noche sobre todo, porque las lombrices suben hacia arriba y pueden depositarse en el esternón produciéndoles tos. Durante el día los niños pueden estar irritables y llorones y no sabemos qué les pasa, “se nos escapa”.
Cuando chirrían los dientes por la noche o en la siesta suele ser sintomatología clara de tener lombrices.
Otros síntomas posibles es que les pique la nariz, diarreas, no coger peso adecuadamente, falta de apetito, que muestren más actividad de lo habitual, o al contrario, que se muestren especialmente cansados.
Pueden producir dolor abdominal y, si éste se sitúa en el lado derecho, puede llegar a confundirse con una apendicitis.
El diagnóstico:
- Si tenemos la suerte de verlas, es fantástico. Suelen salir 2 o 3 horas después de haberse dormido el niño y si se pone una linterna en el ano suelen responder a la llamada de la luz.
- Análisis de heces y que dé positivo al parásito. En ocasiones se hacen varios análisis y todos resultan negativos. Probablemente el Test de Graham es el más eficaz:
- Trocito de celo en el ano por la mañana y antes de lavar al niño. Se retira y se pega en un portaobjetos. Esto se repite durante 3 días y se lleva al laboratorio, el cual nos dará el resultado: positivo o negativo en parásitos.
Cuando se confirma, se debe bañar al niño por la mañana ya que esto ayuda a eliminar gran parte de los huevos depositados, lavar toda la ropa a alta temperatura y, por supuesto, proceder a dar el tratamiento indicado por el médico (recordamos que toda la familia debe hacerlo aunque no haya síntomas).
Prevención:
lavar muy bien con agua y jabón las manos del niño y las uñas con el cepillo correspondiente, además de mantener las uñas muy bien cortadas. Poner pijamas que no les permita el acceso a su culete.
- Lavar toda la ropa en agua caliente.
- Desinfectar los suelos y superficies con lejía porque los huevos de las lombrices pueden sobrevivir fuera de su ambiente 2 o 3 semanas.
- Desinfectar juguetes y otros objetos (no hace falta esterilizarlos).
Esperamos que este artículo os sirva de orientación y ayuda para aclarar que las lombrices conviven con los niños, sólo nos queda estar muy atentos.
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