
La pelirrojilla más salerosa
Érase una vez una niña que llegó tan pequeñita, redondita como la luna, sonriente, feliz y en su cabecita brillaban unos maravillosos tonos rojizos que apuntaban maneras.
Érase una vez una niña que crecía fuerte y sana y que nunca perdía la sonrisa hasta que llegaba ese enfado monumental que se oía en toda la escuelita.
Érase una vez una niña tan querida que se la rifaba el equipo educativo para achucharla y quererla cada día un poquito más.
Érase una vez una niña que cada vez pedía más y más.
Érase una vez una niña pegada a un osito azul que se encontró en su nueva clase dónde su maestra Laura ha perdido un par de kilos persiguiendo a ese molinillo de viento tan simpático.
Érase una vez una niña que pone firme a Hunter bu, nuestro perrito de asistencia educativa. Genio y figura.
Érase una vez una niña tan preciosa, inteligente, sonriente y cariñosa que nunca nos podremos olvidar de esa personita que se llama Isabel.
Carlos, Isabel, gracias por habernos elegido y por la confianza que habéis demostrado por confiarnos a ese tesoro insustituible, esa personita que ha sacado tantas y tantas carcajadas a todas las maestras, a Loli nuestra cocinera, a Belén nuestra secretaria, a Yoli que cada vez que subía desde la clínica no podía evitar pasar a verla y abrazarla.
De esa niña pelirroja Vero nunca se va a poder olvidar.
Isabel te queremos y te vamos a echar mucho de menos. ¡Hasta siempre!
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