
La importancia de dejarles hacer
Probablemente somos los primeros en pensar que nuestros hijos están perfectamente capacitados para hacer las cosas por si solos. Y de hecho seguro que es así pero, ¿qué nos suele ocurrir?
Le ayudamos a levantarse porque pensamos que quizá eso le ayude a levantarse antes, le damos las manos para facilitarle su andar y quizá con esa ayuda que le estamos prestando pensamos que logrará antes ese hito evolutivo.
El niño comienza a manipular y a arrojar cosas, algo que es absolutamente necesario y beneficioso para el desarrollo óculo-manual, pero nosotros no lo entendemos y nos pone nerviosos el que tengamos que recoger permanentemente lo que él tira y le intentamos parar con un “no, eso no se hace”.
Ha llegado el momento de interesarse por coger él solito los instrumentos para comer pero en lugar de darle tiempo y permitir que manche todo lo de su alrededor, decidimos coger nosotros el instrumento y llevárselo a la boca. Una vez más estamos restringiendo y limitando sus posibilidades de crecimiento y desarrollo personal.
Como come muy mal, además de dárselo nosotros para evitar que ocurra lo del párrafo anterior, hay que distraerle y lo intentamos con mil cosas, pero finalmente acabamos poniéndole la TV, una Tablet o incluso el teléfono que siempre tenemos al lado por si nos entra un mensaje o un e mail que hay que atender.
Parece que no se encuentra nunca el momento adecuado para quitar el pañal, nos da tremendo pánico que se nos manche por lo que esperamos a que en la escuela infantil nos ayuden en este proceso pero, en lugar de seguir las instrucciones a rajatabla, me las salto porque voy a ir a ver a los abuelos, voy al mercado, voy a dar paseo y… ¡¡no quiero que se manche!! por lo que una vez más volvemos a confundir al pequeño e impedimos de nuevo que se desarrolle con absoluta normalidad, simplemente ralentizamos su proceso.
El niño ha crecido y quiere vestirse pero ¡es que va muy despacio! Por lo que decido ayudarle ya que si le visto yo termino mucho antes y llegamos a tiempo, además a mi como madre o padre, me encanta vestirle con todo el cariño del mundo y aprovecho y charlamos juntos.
Tenemos mucha prisa porque siempre vamos corriendo y eso lo trasladamos al proceso de desarrollo de los más pequeños por lo que es raro que saquemos tiempo durante el día para jugar con ellos, siempre parece que hay otras cosas aparentemente más importantes que hacer ya que nos aprietan desde el trabajo, la familia, los amigos… y aquí entonces se pone en marcha el que desde nuestro punto de visto el mal llamado “dedico poco tiempo pero es de mucha calidad”: tengo media hora que le voy a dedicar pero a tope y así me consuelo y pienso que con eso he cumplido las exigencias de atención educativa y de juego con mi pequeño.
Eso sí, cuando se pone a jugar él solo a su manera, le interrumpimos y le decimos: eso no es de ahí, lo estás poniendo torcido, si sigues así se te va a caer, debes girar eso, etc… todo son instrucciones guiadas y aunque con muy buena voluntad por nuestra parte estamos interrumpiendo gravemente su proceso de creatividad y acción porque al final, con tanta directiva, al final “se va a aburrir” y no va a querer seguir haciendo eso que tiene que hacer casi siempre a nuestra manera.
Finalmente con todas estas ayudas innecesarias de acción o verbales nos vamos a encontrar un pequeño que “no sabe que hacer”, ahora sí se aburre y no muestra interés por casi nada.
¿Pasa algo porque un niño se aburra?.
No, no pasa nada pero hay dos tipos de aburrimiento: el natural que es normal y muy bueno y el provocado por el adulto.
El aburrimiento en las personas es muy importante para crear y buscar estrategias de hacer diferentes e incluso puede producir que nazca el interés por una afición determinada. Son momentos de encuentro con uno mismo y con lo que tengo alrededor.
El otro aburrimiento es el que conseguimos los adultos ya que no podemos estar siempre ahí solucionándole la vida, cada uno necesita su espacio y debe aprender a jugar solo y a valerse por si mismo pero si le hemos prestado todas las ayudas innecesarias anteriormente mencionadas y hemos aplicado correctivos a nuestra manera, el niño se hará dependiente e inseguro y no sabrá o no se atreverá a hacer nada por si mismo
Sobre todo esto, quiero parar un poco con vosotros para reflexionar sobre la importancia de darle a nuestro hijos el tiempo que necesitan para aprender, para ser autónomos en sus tareas diarias, para que jueguen libremente y sean ellos los que elijan a lo que quieren jugar. Fijaros si es importante el juego que, pese a lo que tradicionalmente pensamos, conlleva muchos requisitos, requisitos como una implicación emocional por parte del niño, como que haya sido elegido libremente por el, como que respetemos los tiempos en los que juega,… el Juego es la actividad más compleja e importante que realiza un niño y tiene sus consecuencias a todos los niveles, es donde realmente el niño se encuentra con el mismo y construye su conocimiento.
La autonomía da libertad y la libertad lleva a la felicidad.
Con todo esto no quiero decir que “pasemos” de nuestros hijos, si no que cuando el niño diga “¡papa juega conmigo!”, nos sentemos a su lado y que sea él el que inicie el juego y lleve la batuta. Nosotros estaremos presentes y conscientes, pero daremos un paso atrás en el protagonismo.
Vamos a dejar que se aburran y sean capaces de crear, de pensar, de encontrarse a sí mismos y de tomar decisiones.
Vamos a confiar en ellos y darles el tiempo que necesitan para hacer las cosas por sí mismos porque esto les ayudará en su etapa adulta y, aunque os parezca muy exagerado, es una de las mejores herencias que podemos dejarles.
Y ahora vuelvo al símil del folio en blanco. Si tu hijo durante su infancia y adolescencia no ha llegado a hacer nada por sí mismo, puede que en un futuro, la imagen que tenga de el mismo sea de “yo no soy capaz”, porque es el mensaje que (sin querer) le hemos hecho llegar mientras le hacíamos todo con mucho cariño.
Además de esto, es muy probable que siempre necesite una figura externa para tomar decisiones en su vida, ya sea su pareja, jefe, padres, u otros, todo esto debido a la visión de sí mismo como una persona dependiente a la que siempre se lo han hecho todo, con pocas habilidades (que como todos sabemos se adquieren practicando), una baja autoestima y poca confianza en sí mismo
Vuelvo a repetir, dejemos de hacer las cosas por los niños y démosles tiempo para que se aburran y jueguen, jueguen y jueguen, este regalo es mucho mejor que la mayor de las Universidades pues sentará bases en ellos que en un futuro fluirán por sí mismas y contribuirán en su felicidad
Para que cuando sean adultos y vean un folio en blanco sean capaces de dibujar y pintar su propia vida, su mundo interno y no la vida de los demás.
Leave a Reply